La costumbre de la antiguedad de vendar los pies(1) de las niñas chinas se ha desvanecido casi totalmente en el presente. Las personas jóvenes en la actualidad sólo ha oído historias de esta práctica, ya que quedan muy pocas mujeres de pies vendados aún con vida. Aun así, existe un pueblo donde viven todavía muchas mujeres con pies vendados, aunque esté en contra de las leyes.
En el pueblo Beijiao de la provincia de Fujian, hay más de 20 ancianas señoras, la mayoría de alrededor de 80 años, que tienen pies atados, llamados también "flores de loto" del tamaño de unos 7cm y medio, máximo 8.
Según el Grupo de Prensa Shenzhen de China, el pueblo Beijiao, una aislada villa costera en el Pueblo Tailu de la ciudad Fuzhou, es el último pueblo de mujeres con pies vendados en Fujian y en toda China.
Una de las mujeres con pies de loto, Lin Fengfeng de 81 años, dijo en una entrevista el 3 de julio de 2007 que comenzaron a atarles sus pies cuando tenía cinco años de edad, en 1931. Aunque esa costumbre desapareció en casi toda China debido al término de la época imperial, y el avento de la primera República, durante ese periodo el vendaje de pies todavía era una práctica popular en la mayoría de los pueblos. Las mujeres aún consideraban el tener un par de pies pequeños como signo de belleza femenina, y de hecho todavía las discriminaban al tener pies normales, no se podían conseguir maridos de bienestar igual o mayor al de su familia de origen.
Durante la niñez de Fengfeng, las niñas a menudo comparaban el tamaño de sus pies para ver cuál era el más pequeño y el más bello. La niña con el pie más pequeño se convertía en la envidia de las demás; esto significaba que, al crecer, habría más jóvenes pretendientes proponiendo alianzas de casamiento a sus padres.
Según el Grupo de Prensa Shenzhen de China, el pueblo Beijiao, una aislada villa costera en el Pueblo Tailu de la ciudad Fuzhou, es el último pueblo de mujeres con pies vendados en Fujian y en toda China.
Una de las mujeres con pies de loto, Lin Fengfeng de 81 años, dijo en una entrevista el 3 de julio de 2007 que comenzaron a atarles sus pies cuando tenía cinco años de edad, en 1931. Aunque esa costumbre desapareció en casi toda China debido al término de la época imperial, y el avento de la primera República, durante ese periodo el vendaje de pies todavía era una práctica popular en la mayoría de los pueblos. Las mujeres aún consideraban el tener un par de pies pequeños como signo de belleza femenina, y de hecho todavía las discriminaban al tener pies normales, no se podían conseguir maridos de bienestar igual o mayor al de su familia de origen.
Durante la niñez de Fengfeng, las niñas a menudo comparaban el tamaño de sus pies para ver cuál era el más pequeño y el más bello. La niña con el pie más pequeño se convertía en la envidia de las demás; esto significaba que, al crecer, habría más jóvenes pretendientes proponiendo alianzas de casamiento a sus padres.
A pesar de sus años, estas mujeres de pies vendados siguen tan preocupadas sobre su apariencia como cuando eran jóvenes. Cuando se encuentran con extraños, se visten, se maquillan, se peinan y se ponen sus zapatos favoritos.
Pocas de estas mujeres han abandonado Tailu, excepto una, que una vez fue a Fuzhou para ver a un médico. En realidad, ellas no están interesadas en el mundo exterior, en cambio, están contentas de vivir vidas pacíficas y calmas con sus familias. Tienen todavía la mentalidad antigua de tranquilidad y apego a su propio pueblo de origen.
Los hombres del pueblo trabajan duro en el mar todo el año, se exponen a las amenazas de tifones y tormentas regulares; usualmente no viven tanto como sus esposas. Por lo tanto, todas estas mujeres de pies vendados son viudas que viven con sus hijos y nietos.
Las que aún están en forma ayudan a su familia lo mejor que pueden con sus habilidades, haciendo el lavado de la ropa, cocinando o arreglando redes de pescar, etc. Cuando las tareas lo permiten, se juntan para charlar o jugar a las cartas.
La leyenda más popular dice que, un día del siglo X, una cortesana del palacio imperial, famosa por su belleza y su talento al bailar, recibió la orden de preparar una danza para deleite del emperador Tang Li Yu y en honor de los espíritus. Se mandó a construir para ella un piso hecho de lotos de oro donde pudiera ejecutar su danza. Se le adornó el cuerpo con las más esplendorosas joyas y se le vendaron los pies imitando la forma de la media luna. Su nombre era Yao Niang, es decir, triste muchacha.
Queriendo imitar su belleza, todas las mujeres de la corte y del resto del imperio vendaron sus pies y los de sus hijas, y los de casi mil millones de chinas que nacieron después de ellas.
Queriendo imitar su belleza, todas las mujeres de la corte y del resto del imperio vendaron sus pies y los de sus hijas, y los de casi mil millones de chinas que nacieron después de ellas.
Esta práctica ha estado vigente por al menos 2.000 años. El proceso de vendaje empezaba cuando las niñas tenían entre 4 y 6 años, y era realizado por la madre. Los pies eran puestos a remojo en agua con algunas hierbas, para eliminar todos los restos de pieles muertas, y las uñas se cortaban tanto como era posible. No superar los siete centímetros de pies era lo establecido.
Después de un masaje, los 4 dedos más pequeños se rompían. Luego, se vendaban con seda o algodón empapado en líquido, apretando los dedos contra el talón. Cada dos días se retiraba el vendaje y se volvía a realizar. El proceso duraba dos años. Para entonces, los pies medían sólo unos 10 cm.
Después de un masaje, los 4 dedos más pequeños se rompían. Luego, se vendaban con seda o algodón empapado en líquido, apretando los dedos contra el talón. Cada dos días se retiraba el vendaje y se volvía a realizar. El proceso duraba dos años. Para entonces, los pies medían sólo unos 10 cm.
Las únicas partes en contacto con el suelo eran su calloso talón y el dedo gordo. Aunque parezca increíble, estos "hermosos" pies fueron por cerca de un milenio el más oculto tesoro de las mujeres chinas y el más soñado placer de sus hombres.
Para que los pies se convirtiesen en loto dorado –obra de arte y objeto de deseo– debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos.
Según el doctor Ko Chi-sheng explica, una mujer de pies vendados naturalmente camina de una manera seductora, "como un tierno vástago de sauce en una brisa de primavera". Aunque en realidad muy raramente los maridos pueden ver el pie desnudo de su mujer, por el olor muy fuerte que la piel en putrefacción emana, igualmente los hombres se exitaban mucho al ver unos pequeños pies vendados, por el caminar tambaleante que supuestamente inspira en el hombre una sensación de protección hacia la mujer.
Para que los pies se convirtiesen en loto dorado –obra de arte y objeto de deseo– debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos.
Según el doctor Ko Chi-sheng explica, una mujer de pies vendados naturalmente camina de una manera seductora, "como un tierno vástago de sauce en una brisa de primavera". Aunque en realidad muy raramente los maridos pueden ver el pie desnudo de su mujer, por el olor muy fuerte que la piel en putrefacción emana, igualmente los hombres se exitaban mucho al ver unos pequeños pies vendados, por el caminar tambaleante que supuestamente inspira en el hombre una sensación de protección hacia la mujer.
Nota: [1] La práctica del vendaje de pies pudo haber comenzado durante el gobierno de Li Yu (o Li Houzhu), el tercer y último emperador de la Dinastia Tang del Sur (937-975 D.C.) Fue prohibido por primera vez en 1911.
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